El mal trato a las personas adultas mayores, comienza paulatinamente a reconocerse como un fenómeno frente al cual la sociedad debe actuar para lograr su prevención y superación. Sin embargo, definir cuáles son las estrategias más eficaces para conseguirlo, así como las políticas públicas que sustenten tales estrategias, sigue siendo un desafío pendiente.
El maltrato a las personas mayores, es un fenómeno complejo enraizado en el ámbito de lo privado y de lo público, facilitado por el predominio de falsas creencias que propician imágenes negativas acerca de la vejez y de las personas adultas mayores.
Las creencias erróneas o prejuiciadas, así como las imágenes y los estereotipos negativos, repercuten –individual y grupalmente- en las personas adultas mayores de hoy, pero también repercutirán en las personas viejas de las siguientes generaciones. Tales creencias, prejuicios, estereotipos e imágenes que tienden a subvalorar la vejez y las personas que la viven, facilitan el maltrato, el abuso y la violencia intrafamiliar, así como la exclusión social y la indiferencia del poder público frente a la heterogénea realidad de la vejez, a sus diversas posibilidades y fortalezas, como también a sus necesidades y en general al ejercicio de sus derechos.
Vemos con preocupación que las propuestas que se ofrecen generalmente tienden, sobre todo, a destacar como alternativa la denuncia de malos tratos que suceden en el ámbito de las familias, sin plantear propuestas simultáneas que coadyuven a la superación de los múltiples factores que contribuyen a generar malos tratos, abusos y/o violencia -tanto intrafamiliar, como extrafamiliar- hacia las personas adultas mayores.
Reconociendo la necesidad de penalizar actos de violencia intrafamiliar, es preciso tener presente que las familias constituyen la principal fuente de apoyo con la que cuentan las personas adultas mayores en nuestros países. Pero las familias requieren, a su vez, de apoyos que les faciliten adaptarse a los desafíos que implica la convivencia intergeneracional.
El Estado –como guardián y orientador del bienestar colectivo-, la sociedad civil y sus organizaciones (OSC) deberían jugar un papel más activo y decidido en la promoción de dicha convivencia, en la mediación y la reconciliación entre los miembros de las familias, y de las distintas generaciones en todos los ámbitos. Se trata de buscar el respeto a los derechos y la dignidad de todas las personas y específicamente de las personas adultas mayores.
Avanzar hacia el buen trato hacia la vejez y hacia las generaciones actuales y futuras de personas viejas, requiere promover actitudes, creencias, imágenes y en general formas de pensar en relación con el envejecimiento, la vejez y las personas viejas, que contribuyan a valorar y reconocer sus diversas y disímiles posibilidades, a incrementar sus oportunidades y a responder cada vez en mejor a sus expectativas y necesidades diversas y cambiantes.
La sola penalización de los actos de violencia intrafamiliar hacia las personas adultas mayores, difícilmente podrá garantizar un mejor bienestar de las mismas. La superación de los malos tratos exige el desarrollo de políticas educativas –formales e informales-, que alienten y faciliten la convivencia, al tiempo que promuevan el rechazo de la violencia como forma de relación social, que estimulen el respeto a los derechos humanos y propicien el desarrollo de una cultura que favorezca la convivencia y solidaridad entre generaciones.
Ximena Romero – Coordinadora RLGChristel Wasiek – Asesora RLG
2 de Junio de 2008.
15 de Junio
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