Aporte: Eugenia Brenner
Un día una persona joven me preguntó ¿qué se sentía ser viejo? Y me sorprendió ya que yo no me consideraba viejo. Hacerse viejo, es un regalo, yo estoy satisfecho de lo que soy.
Algunas veces me desespera ver en mi cuerpo, las arrugas, las ojeras, la calvicie y a menudo me sorprende la persona que refleja el espejo. No cambiaría mis amigos, ni mi vida por menos canas y un cuerpo musculoso.
A quién le importa si escojo leer o jugar en la computadora hasta altas horas de la noche y después dormir, hasta la hora que quiera, o bailar a los acordes de la música de los años 50 ó 60 o si deseo llorar por un amor perdido. Algunas veces me olvido de algunas cosas. He vivido lo suficiente para ver mis cabellos volverse grises y conservar sin embargo la sonrisa de la juventud; puedo decir si o puedo decir no, y hasta me he ganado el derecho a equivocarme; me gusta ser viejo, tener tiempo libre para contemplar las flores y aspirar su fragancia, observar las mariposas que vuelan de flor en flor o quedarme en silencio escuchando la naturaleza, que me sonríe cada mañana y pensar que la vida es un regalo.
Eugenia,muy intresante tu perspectiva,sobre la
ResponderEliminaredad,y especialmente a valorar las pequeñas
cosas,como si el paso del tiempo,nos permi-
tiera apreciarlas aún más,lástima que ya se
ven pocas mariposas y bichitos de luz!!!pero la ilusión nos hace verlas.mi afecto de siempre.